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jueves, 24 de noviembre de 2011

Alimentación complementaria

Como lo prometido es deuda, hoy vamos a hablar de alimentación complementaria en lactantes amamantados. Este es un tema que nos preocupa mucho a pediatras y mamás, hasta el punto de que a veces acaba convirtiéndose en una especie de obsesión por hacerlo todo muy complicado. Vamos a tratar de simplificar, aclarar y desmentir algunas falsas creencias basándonos en algunas de las recomendaciones más actuales, como serían entre otras, el informe Galiano, las recomendaciones de la OMS y europeas.


(Imagen tomada de la web de Sina, folleto recomendado por Carlos González)


  • ¿Cuándo iniciar la alimentación complementaria?
Esta es la pregunta del millón. Muchos pediatras comienzan a presionar a la mamá desde los 4 meses para que le de cereales al bebé, sobre todo si el niño está "bajo de peso", sin tener en cuenta si el niño está o no preparado. Las recomendaciones internacionales subrayan la conveniencia de que el bebé tome lactancia materna exclusiva (esto es, sólo leche materna, ni agua ni otros alimentos) durante los primeros 6 meses de vida, y a partir de ahí, complementarla con otros alimentos hasta por lo menos los dos años, y a partir de ahí, hasta que la madre y el niño quieran.

En general, todas las recomendaciones señalan que es importante no introducir alimentación complementaria antes de los 4 meses, ya que el intestino del niño aún es inmaduro y no está preparado para otro alimento diferente de la leche de su madre.

Nuestra forma de criar aboga por confiar en la naturaleza del niño y escuchar sus ritmos. Hay niños que están preparados para comer a los 5 meses, y lo piden efusivamente, y otros no se interesan por la comida hasta mucho más adelante.

Una buena estrategia, sobre todo si porteamos a nuestro bebé, y, por lo tanto, si comemos con él, es sentarnos con él a la mesa. Llegará un día en que él mismo cogerá de nuestro plato y lo llevará a la boca. Así de fácil, sin más. De todas formas, si eres de las que te gusta tener una pauta, los requisitos mínimos para empezar serían:
  • Bebé de 6 meses (así aproximadamente).
  • Que sepa sentarse solo
  • Que pueda decir "no", es decir, girar la cabeza, cuando no le gusta.
  • Que tenga interés por la comida
  • Que haya perdido el reflejo de extrusión (los bebés pequeños lo tienen, y escupen todo lo que entra en la boca).

  • ¿Cuál es el orden por el que puedo introducir los alimentos? ¿Qué alimentos puedo darle?
Para contestar a esta pregunta, vamos a avanzar 7 años en el tiempo: ¿Qué quiero que coma mi hijo cuando sea mayor? Si la respuesta es que quiero que coma lo que nosotros (su familia) comemos, pues lo más lógico es que le demos la misma comida que comemos nosotros.

A partir de los seis meses, el bebé está preparado para comer de todo, siempre y cuando sea comida sana. Está demostrado que el orden de introducción es irrelevante, y no influye para nada. Tradicionalmente, se introduce primero la fruta por una razón: Antiguamente, cuando casi todos los niños se alimentaban a biberón, enfermaban comúnmente de escorbuto (falta de vitamina C) así que se introducía pronto, muy pronto, la fruta para corregir esa deficiencia. Pero hoy en día esto no es necesario, ni para lactantes ni para bebés que toman fórmula artificial.

Lo más necesario para el bebé es comer alimentos que lleven hierro, ya que sus depósitos son limitados y empiezan a consumirse a esta edad, así que es importante que el bebé coma carne y legumbres, preferentemente mezcladas con cereales integrales (por ejemplo, lentejas con arroz) y acompañadas de una fuente de vitamina C (para que el hierro se absorba mejor), por ejemplo, carne con tomate, lentejas con arroz y zanahoria, o una fruta de postre. Las legumbres pueden ofrecerse sin la pela para que sean más digestivas.

Cereales: Los cereales, más conocidos como hidratos de carbono, son los que nos aportan energía. Suponen la mayor parte de las calorías que ingerimos. Los bebés, igual que los adultos, necesitan una fuente de energía, que puede ser muy variada: pan, patatas, arroz, legumbres, tapioca, pasta o harinas de cualquier tipo. El invento comercial de los cereales no es necesario para los bebés. simplemente, los cereales que se venden son harinas de maíz, trigo, arroz... condimentadas con azúcar y vainilla. Al principio, se llamaban harinas para bebés, pero con este nombre y su precio, pues apenas se vendían, hasta que a las multinacionales se les ocurrió cambiarles el nombre por "cereales" y con un poco de marketing los pediatras, enfermeras y las madres empezaron a verlos como imprescindibles. Podemos ofrecerle al bebé lo que comentamos antes (patata, pasta, arroz...). Si de todas formas, queremos introducir cereales instantáneos, tenemos que fijarnos en el etiquetado para que no lleven azúcar ni sabores (vainilla, sobre todo), el primero por el riesgo de caries y el segundo porque predispone al niño a unos sabores determinados, dificultando la aceptación de sabores naturales.


Gluten: Aquí ha habido un cambio bastante reciente en cuanto a la pauta de introducción. Antes se decía que entre el octavo y noveno mes, pero ahora la introducción del glúten (trigo, avena, cebada, centeno) se recomienda que se haga antes de los 7 meses y lo más importante, manteniendo la lactancia por lo menos dos meses a mayores después de introducirlo. Este es el factor más importante para proteger de una posible enfermedad celíaca (intolerancia al gluten). Esto es importante hasta tal punto, que si queremos destetar al niñoantes de los 8 meses, debemos introducir el gluten 2 meses antes (claro está, no antes de los 4 meses, edad a la que también aumenta el riesgo de contraer celiaquía).

Pescado, huevo, leche y alérgenos: Esto también ha cambiado. Antes, la recomen dación era atrasar la introducción de estos alimentos porque se consideraban que el tardar en introducirlos disminuía la probabilidad de alergia, pero los estudios demuestran que esto no es así, por lo que no hay una edad mínima de introducción (a partir de los 6 meses, se podría introducir). La leche merece un comentario aparte, ya que un bebé amamantado a demanda no necesita otra fuente de lácteos que no sea la de su madre.

Ojo: Hay 2 alertas sanitarias sobre los alimentos: los nitratos, que están por ejemplo en algunas verduras (acelgas y espinacas) por los fertilizantes que se utilizan en la agricultura y el mercurio, presente en los pescados de mar. Su consumo está restringido en niños menores de un año y embarazadas y madres lactantes.

  • ¿Qué consistencia deben tener los alimentos? Mi hijo no come papillas, ¿qué hago?
El uso de papillas se ha universalizado en el mundo occidental, debido a varias cosas: el uso de biberón, la costumbre antigua asociada a la alimentación artificial de introducir muy pronto la comida (hace no mucho, la alimentación complementaria se introducía antes de los 3 meses), la presión pediátrica y del medio por que los niños coman y la cultura de lo rápido.


NO ES NECESARIO QUE UN NIÑO DE 6 MESES COMA LOS ALIMENTOS TRITURADOS.  Normalmente, a esa edad pueden llevarse ellos mismos cosas a la boca y tragarlas tranquilamente. Además, la naturaleza los ha provisto de un poderoso mecanismo de seguridad: el vómito. Un niño que note que traga algo demasiado grande, se abrirá a vómitos para expulsarlo. No obstante, es conveniente no dejar nunca solo al niño cuando está comiendo. Podemos ofrecerle de lo que nosotros comemos, sin muchos condimentos y sin sal (durante el primer año, mejor prescindir de la sal para no sobrecargar el riñón del niño, aunque un niño al que se le deja comer solo, no suele comer una cantidad muy grande de ningún alimento, con lo cual tenemos un amplio margen de seguridad.

  • ¿Qué es el baby-led-weaning?
Consiste en dejar al bebé que coma solo, que juegue con sus manitas en la comida, descubriendo texturas, que se lleve la comida a la boca, descubriendo él solito los sabores, y que sea él, por tanto, quien lidere la introducción de la alimentación complementaria. Podéis encontrar más información en esta web: www.babyledweaning.es. Os dejo este folleto, del que habla a menudo Carlos González en sus vídeos, y que ha sido traducido al castellano por las compañeras de Sina: : http://asociacionsina.org/2009/06/04/alimentacion-complementaria-folleto-recomendado-por-carlos-gonzalez-en-su-conferencia-godella-15v2009/pdf-en-un-solo-archivo/.

martes, 22 de noviembre de 2011

Reunións de Decembro



O vindeiro mes de Nadal, teremos a seguinte programación:

  • Día 13 (Fene): A volta ó traballo. 
                                  Extracción e conservación do leite materno.

  •  Día 20 (Ferrol): Claves para acadar unha lactación materna feliz.

  •  Día 27 (Fene): Festa de Nadal para nenos/as e maiores.
                                   Podedes traer doces para compartir.

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El próximo mes de Diciembre, tendremos la siguiente programación:
  • Día 13 (Fene): La vuelta al trabajo. 
                                  Extracción y conservación de la leche materna.

  •  Día 20 (Ferrol): Claves para conseguir una lactancia materna feliz.
 
  • Día 27 (Fene): Fiesta de Navidad para niños/as y mayores. 
                                  Podéis traer dulces para compartir.

El concepto del Continuum Jean Liedlof


 El concepto del Continuum               Jean Liedlof                 
          

(...)En una unidad de neonatología de las maternidades de la civilización occidental hay muy pocas posibilidades de recibir el consuelo de una mamá loba. El recién nacido, cuya piel está pidiendo a gritos volver a sentir aquella carne suave, cálida y viva con la que estaba en contacto, es envuelto en una tela seca e inerte. Es colocado en una caja y dejado ahí, por más que llore, en un limbo donde no hay el menor movimiento (por primera vez en toda la experiencia de su cuerpo, en los siglos de evolución o en la eternidad vivida en el útero).
Los únicos sonidos que puede oír son los gemidos de otras víctimas que están sufriendo el mismo indescriptible tormento. Puede que los sonidos no signifiquen nada para él. El bebé no cesa de llorar; sus pulmones, que no están acostumbrados al aire, se sobre esfuerzan con la desesperación que hay en su corazón. No acude nadie. Confiando en la perfección de la vida, como debe hacer por naturaleza, efectúa el único acto que puede hacer, que es llorar. Hasta que, después de haber pasado un tiempo que para él es una eternidad, se duerme agotado.
Más tarde se despierta en el vago terror que le produce el silencio, la inmovilidad. Se echa a llorar. Todo su cuerpo, desde la cabeza hasta la punta de los pies, está embargado por un ardiente anhelo y deseo, por una intolerable impaciencia. Respira con dificultad y chilla hasta sentir que su palpitante cabeza está a punto de estallar. Llora hasta que el pecho y la garganta le duelen. Ya no puede soportar más el dolor y sus sollozos se van apagando hasta calmarse. Ahora se pone a escuchar. Abre las manos y las vuelve a cerrar apretando los puños. Mueve la cabeza de un lado a otro. Nada parece ayudarle. El sufrimiento es insoportable. Se echa de nuevo a llorar, pero supone demasiado esfuerzo para su dolorida garganta y al cabo de poco vuelve a callarse. Tensa su atormentado y anhelante cuerpo y siente un poco de consuelo. Agita las manos y patalea con los pies. Se detiene, sufriendo, incapaz de pensar o de tener esperanzas. Se pone a escuchar. De nuevo cae dormido.
Al despertar se hace pipí en los pañales y el suceso le distrae de su tormento. Pero el agradable acto de orinar y la cálida, húmeda y fluida sensación que siente alrededor de la parte inferior de su cuerpo desaparecen rápidamente. El calor se inmoviliza ahora y se vuelve frío y pegajoso. El pequeño patalea, tensa el cuerpo, llora a lágrima viva. Desesperado a causa del intenso deseo de contacto que le acucia, rodeado de un entorno inerte, húmedo e incómodo, expresa llorando desconsoladamente su infelicidad hasta que se tranquiliza con su solitario sueño.
De pronto, alguien lo levanta; vuelve a creer que va a obtener aquello que tanto desea. Le sacan el pañal. Se siente aliviado. Unas manos vivas le tocan la piel. Levantándole los pies, le envuelven el bajo vientre con otro paño seco y sin vida. Al cabo de un momento es como si las manos y el pañal húmedo no hubieran existido nunca. No hay ningún recuerdo consciente, ninguna chispa de esperanza. Se encuentra en medio de un vacío insoportable, eterno, inmóvil y silencioso, lleno de un intenso, intensísimo deseo de vital contacto. Su continuum intenta utilizar las medidas de emergencia de que dispone, pero todas están concebidas para unir los breves espacios de tiempo en los que permanecerá sin recibir el trato correcto o para pedir consuelo a alguien (que se supone) que desea dárselo. Su continuum no tiene ninguna solución para una situación tan extrema. Ésta supera su basta experiencia. La naturaleza del bebé, aunque el pequeño sólo haga algunas horas que respire, ha llegado a tal punto de desorientación que la situación supera a la fuerza salvadora de su poderoso continuum. La experiencia vivida en el útero ha sido la que probablemente más se acercará de todas al estado de bienestar que, de acuerdo a sus expectativas innatas, tendría que experimentar durante toda su vida. Su naturaleza se basa en la suposición de que su madre se está comportando correctamente y de que las motivaciones que la impulsan y las consiguientes acciones se beneficiarán sin duda unas a otras.
Alguien llega y lo levanta deliciosamente en medio del aire. Vuelve a la vida. Lo llevan de una manera demasiado delicada para su gusto, pero al menos experimenta algún movimiento. Después se encuentra en su lugar. Todo el sufrimiento que ha padecido ahora ya no existe. Descansa en unos brazos que lo envuelven y aunque su piel al entrar en contacto con la ropa de la madre no le envíe ningún mensaje de encontrar consuelo ni sienta el contacto de una piel viva, sus manos y su boca le comunican que se sienten bien. El positivo placer que produce la vida, el estado normal para el continuum, es casi completo. El sabor y la textura del pecho materno está presentes, la cálida leche fluye a su hambrienta boca, oye los latidos de un corazón que debería haber sido su vínculo, el sonido que le confirma la continuidad de la existencia vivida en el útero; las formas moviéndose anuncian con claridad que hay vida. El sonido de la voz también es correcto. Sólo hay algo que falta en la ropa y en el olor que percibe (la madre se ha puesto colonia). El bebé succiona la leche y cuando está lleno y con las mejillas sonrosadas, se queda dormido.
Al despertar se encuentra en un infierno. No tiene ningún recuerdo, esperanza ni pensamiento de la visita que le ha hecho su madre que pueda tranquilizarle en este inhóspito purgatorio. Las horas, los días y las noches van transcurriendo. El bebé se echa a llorar, queda agotado, cae dormido. Se despierta y se hace pipí en el pañal. Ahora este acto ya no le resulta agradable. El efímero placer que le producen sus aliviadas tripas se torna en un dolor cada vez más punzante cuando la orina caliente y ácida entra en contacto con su irritada piel. Se pone a chillar. Sus cansados pulmones necesitan gritar para no sentir el doloroso escozor. Llora hasta que el dolor y el llanto lo agotan hasta caer dormido.
En este hospital, que es de lo más normal, las ocupadas enfermeras cambian los pañales de los recién nacidos a unas determinadas horas, tanto si están secos como si hace poco o mucho que están húmedos, y mandan a los bebés a sus casas totalmente escaldados para que los cuide alguien que tenga tiempo para ello.
El bebé, cuando es llevado al hogar de su madre (sin duda no puede decirse que sea el hogar del pequeño), ya conoce a fondo cómo es la vida. A un nivel preconsciente que determinará todas sus impresiones posteriores, al igual que las determina ahora, sabe que la vida es insoportablemente solitaria, que no responde a sus señales y que está llena de sufrimiento.
Pero aún no se ha rendido. Su fuerza vital intentará siempre recuperar el equilibrio mientras haya vida en él.
El hogar en que se encuentra sólo se diferencia de la unidad de neonatología de la maternidad en que ahora no tiene la piel irritada. Durante las horas en las que el bebé está despierto, está anhelante, ansioso de contacto físico y espera de manera interminable que el silencioso vacío sea reemplazado por la situación correcta.
Durante algunos minutos al día su intenso deseo cesa momentáneamente y la terrible necesidad de su piel de ser tocada, sostenida y movida es satisfecha. Su madre es la persona que, después de habérselo pensado mucho, ha decidido dejarle acceder a su pecho. Ella lo quiere con una ternura que nunca antes había sentido. Al principio, a la madre le resulta difícil dejar a su hijo en la cuna después de haberle dado el pecho, sobre todo porque él se echa a llorar desconsoladamente. Pero está convencida de que debe hacerlo, ya que su madre le ha dicho (y ella debe saberlo) que si ahora le hace caso lo malcriará y más tarde su hijo le causará problemas. Ella desea hacerlo todo correctamente; por unos momentos siente que la pequeña vida que sostiene entre sus brazos es más importante que cualquier otra cosa en el mundo.
Suspira y deja suavemente a su hijo en la cuna, decorada con patitos amarillos a juego con la habitación. Ha puesto mucho esfuerzo para decorarla con unas cortinas suaves y sedosas, una alfombra en forma de un enorme oso panda, un tocador blanco, una bañera y un vestidor equipado con polvos de talco, aceite, jabón, champú y un cepillo, todo fabricado y envasado con los colores especiales para bebés. La pared está decorada con imágenes de crías de animales vestidas como personas. Los cajones de la cómoda están llenos de camisitas, peleles, patucos, gorritos, mitones y pañales. Sobre la cómoda, colocados de lado en un cautivador ángulo, hay un corderito de peluche y un jarrón con flores recién cortadas, ya que a su madre también le “encantan” las flores.
Ella le estira la camisita y lo arropa con una sábana bordada y una manta decorada con las iniciales del pequeño. Las contempla llena de satisfacción. Ella y su marido no han reparado en gastos para decorar la habitación de su bebé a la perfección, aunque no hayan podido comprar aún los muebles que han elegido para el resto de la casa. Se inclina para besarle la sedosa mejilla y se dirige hacia la puerta mientras el primer agonizante chillido hace estremecer el cuerpo del bebé.
Cierra con suavidad la puerta de la habitación. Le ha declarado la guerra. Su voluntad debe imponerse a la de su hijo. A través de la puerta oye un sonido parecido a alguien que es torturado. El sentido de su continuum lo reconoce como tal. La naturaleza no envía unas señales claras de que alguien está siendo torturado a no ser que sea éste el caso. La tortura es precisamente tan seria como suena.
La madre duda, su corazón desea volver con su hijo, pero se resiste y se aleja. Acaba de cambiar y alimentar a su bebé. Como está segura de que no necesita realmente nada, lo deja llorar hasta que el pequeño se queda agotado.
Él se despierta y se echa a llorar de nuevo. Su madre entreabre la puerta para asegurarse de que el pequeño está bien. Después vuelve a cerrarla con suavidad para que su hijo no piense que va a recibir la atención que está pidiendo luego se apresura a volver a la cocina para reanudar lo que estaba haciendo y deja la puerta abierta para poder oír a su hijo por si “le ocurriera algo”.
El llanto del bebé se va transformando en temblorosos gemidos. Al no recibir ninguna respuesta, la fuerza del móvil de la señal se pierde en la confusión de un estéril vacío al que el consuelo tendría que haber llegado hace mucho tiempo. El bebé mira a su alrededor. Más allá de las barras de la cuna hay una pared. La luz es tenue. No puede darse la vuelta. Sólo ve los barrotes, inmóviles, y la pared. Oye los sonidos sin sentido de un mundo lejano. Cerca no hay ningún sonido. Contempla la pared hasta que los ojos se le cierran al volver a abrirlos, los barrotes y la pared siguen exactamente en el mismo lugar que antes con la única diferencia de que ahora la luz es más tenue.
Entre la eternidad que pasa contemplando los barrotes y la pared, pasa otra eternidad contemplando los barrotes de ambos lados y el lejano techo. A lo lejos, a un lado, se ven unas formas estáticas que siempre están ahí.
Hay momentos en los que siente algún movimiento y algo cubriéndole los oídos, un sonido apagado y un montón de ropa sobre él. Cuando esto ocurre, puede ver desde el interior la esquina blanca de plástico del cochecito y, de vez en cuando, grandes bloques de casas deslizándose a lo lejos. Ve también las lejanas copas de los árboles que tampoco tienen nada que ver con él, y a veces personas mirándole que hablan normalmente entre ellas o en ocasiones con él.
Más a menudo, estas personas agitan un objeto que hace ruido frente a él y el bebé siente, al estar tan cerca, que se encuentra cerca de la vida y alarga la mano y agita los brazos deseando encontrarse en su lugar. Cuando le acercan el sonajero a la mano, lo coge y se lo mete en la boca. Pero no recibe la sensación que estaba esperando. Agita las manos y el sonajero vuela por los aires. Una persona se lo vuelve a traer. Como desea que esta prometedora figura regrese, se dedica a arrojar el sonajero o cualquier otro objeto que tenga a mano mientras el truco funcione. Cuando ya no se lo devuelven más, se dedica a mirar el vacío cielo y la capota del cochecito.
Cuando llora en el cochecito es a menudo recompensado con signos de vida. Su madre mueve el cochecito porque ha aprendido que esto tiende a hacerle callar. Su intenso deseo de movimiento y experiencias, todo aquello que sus antepasados tuvieron en sus primeros meses de vida, se calma un poco cuando su madre mueve el cochecito, lo cual de una manera muy pobre le ofrece al menos alguna experiencia.
Como no asocia las voces que oye a su alrededor con nada que le ocurra a él, tienen muy poco valor porque no anuncian que vayan a colmar sus expectativas. Sin embargo, son más gratificantes que el silencio que reinaba en la maternidad. El cociente de las experiencia de su continuum está casi a cero; su principal experiencia real es la del deseo.
Su madre lo pesa con regularidad y se siente orgullosa del progreso de su hijo.
Las únicas experiencias útiles constituyen los pocos minutos al día que le permiten estar en brazos y algunas otras vividas de manera irregular que le sirven para sus otras necesidades y que se van agregando a sus cuotas. Cuando el bebé está en el regazo de su cuidadora, puede acercarse corriendo un niño gritando y añadir la emoción de crear un poco de acción a su alrededor mientras aquél se siente seguro. El pequeño oye el agradable zumbido del motor del automóvil mientras es zarandeado plácidamente en el regazo de su madre cuando el tráfico se detiene y cuando vuelve a circular. Oye ladridos de perros y otros ruidos repentinos. Aunque a algunos les perturben cuando están en el cochecito, a otros, sin embargo, les asustarían si no estuvieran en brazos.
Los objetos que le ponen a su alcance sirven para imitar aquello que al niño le está faltando. La tradición dicta que los juguetes consuelan a los bebés que están sufriendo, pero de algún modo lo hacen sin reconocer el sufrimiento de los mismos.
En primer lugar está el osito o cualquier otro muñeco suave similar que sirve “para dormir”. Está concebido para dar al bebé la sensación de tener un constante compañero. El intenso cariño que a veces un niño acaba sintiendo por él se considera un encantador capricho infantil en vez de verse como la manifestación de una grave carencia afectiva que le ha llevado a aferrarse a un objeto inanimado en su necesidad de encontrar un compañero que no le abandone. Los cochecitos con juguetes que suenan, y las cunas que se balancean son otra desgraciada imitación. Pero el movimiento sustituye de una manera tan pobre y tosca el movimiento que un niño experimenta mientras su madre lo transporta, que satisface muy poco el intenso deseo del solitario bebé. Aparte de ser inadecuado, suele también ser infrecuente. Están también los juguetes que se cuelgan en las cunas y los cochecitos que suenan, tintinean o repiquetean cuando el bebé los toca. La habitación del bebé se suele adornar con móviles de vivos colores, un nuevo objeto que el pequeño puede contemplar aparte de las paredes. Los móviles atraen su atención, pero sólo se cambian de vez en cuando y no llegan a llenar la necesidad que tiene el niño para su desarrollo de disfrutar de una variada experiencia visual y auditiva [...]

jueves, 3 de noviembre de 2011

Próximas reunións en Fene

Martes, 8 - Novembro- 2011:

Criar a brazos.
  • Por qué é importante?
  • Breve introducción a os portabebés
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Criar a brazos.
  • ¿Por qué es importante?
  • Breve introducción a los portabebés




Martes, 22 - Novembro- 2011:

Alimentación complementaria en el lactante amamantado.

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Alimentación complementaria no lactante amamantado.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Reunión Martes 15 de Noviembre de 2011

A fisioterapeuta María Mesía falaranos sobre:
  • Suelo pélvico no embarazo, parto e posparto
  • exercicios para suelo pélvico
  • pérdidas de orina
  • episiotomía
  • abdominais hipopresivos
E faranos reflexionar sobre varias cuestións:

-  qué sucede co suelo pélvico no embarazo e no parto?
- é necesario que tódalas mulleres fagan exercicios de Kegel?
- Temos que resignarnos á Tena Lady a certas idades?
- Son normáis as pérdidas leves de orina despois de parir?
- Inflúe o estado do suelo pélvico nas relacións sexuais?
- Sirven de algo as masaxes de periné durante o embarazo?
- Qué efectos pode ter unha episiotomía na musculatura do suelo pélvico?

Esperámosvos en Ferrol.

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La fisioterapeuta María Mesía nos hablará sobre:
  • suelo pélvico en embarazo, parto y posparto
  • ejercicios para suelo pélvico
  • Pérdidas de orina
  • Episiotomía
  • Abdominales hipopresivos
Y nos hará reflexionar sobre varias cuestiones:

- ¿qué sucede con el suelo pélvico en el embarazo y el parto?
- ¿Es necesario que todas las mujeres hagan ejercicios de Kegel?
- Tenemos que resignarnos a la Tena Lady a cierta edad?
- ¿Son normales las pérdidas leves de orina después de parir?
- ¿Influye el estado del suelo pélvico en las relaciones sexuales?
- ¿Sirven para algo los masajes del periné durante el embarazo?
- ¿Qué efectos puede tener una episiotomía en la musculatura del suelo pélvico?
etc.

Os esperamos en Ferrol.